viernes, 15 de febrero de 2008

Luis Cociña, poemas

EN TAN POCO TIEMPO

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El lugar se veía bonito

Claro que era un peladero

No había nada:

Sólo maleza, noche y día

Mis papás, que murieron hace treinta años

Caminando, ahora, allí, hace treinta años

Sus escorzos, mostrando lo máximo de su figura

(Y a tamaño natural)

Las patillas de él, propias de esa época

Los pliegues de la falda de ella, que se mueve con el viento

Y el reflejo en el charco de agua

Que no es una mancha de otro color

(De una fotografía o una pintura)

Sino sólo el reflejo en el charco de agua

Y el sitio que ni siquiera estaba marcado

Pero nos gustó la vista

La plaza que teníamos al frente

Y el que se tratara de una especie de barrio cerrado

Que nos daba, a mí y a ellos, bastante seguridad

No había moral, ni justicia, ni espíritu

Sólo unas medias de mujer

En su envoltorio

¡Música!

Un Honda Accord casi idéntico a otro Honda Accord

Un desconocido

Completamente desnudo

Y la casa

Que por supuesto todavía no estaba lista

Con las paredes blancas, sin jardín, sin rejas, con mucho por hacer

Y los maestros –mis papás- adentro

Y la Jimena que se sentó en la calle

A esperar que yo los sacara para entrar con las cosas y los niños

Y ver el mundo

(El sol, la pared del cerco, el árbol recién plantado, la arena y las bolsas de cemento)

Desde el borde de la vereda

Como cuando era niña.

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SOBREHUMANO

Si nadie me ve

Soy un testigo que no toma parte de la acción

Pero me ven

Y soy alguien por mi relación y comportamiento con los demás

Y entonces me desdoblo

Me levanto y voy a ocupar mi sitio entre los protagonistas

Me rodeo de parientes y amigos

Y soy un símbolo, un mito

Una caricatura, un turista, un personaje

Y no es raro

(inverosímil o casualidad)

Que puedan verme convertido en un gato

O un abominable dragón

O aislado

(En un libro, una lucha, una conversación

O una isla)

Pero sólo para volver

Para recuperar mi aspecto original.

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VISTA

Su casa es realmente preciosa

La casa más elegante de todas

Uno de los dibujos de un gato de la tienda

O el perro que está en el patio de atrás

Su campo es realmente precioso

El campo mejor cuidado de todos

Uno de los osos de peluche de la repisa

O el elefante del zoológico

Sus figuritas son realmente preciosas

Las figuritas más valiosas de todas

Una de las muñecas de la vitrina

O la niñita.

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MOTIVOS PARA RECORDAR

En unas pocas calles

En un par de bares de moda

(Vinculado de alguna manera al poder)

Tan lejos –al menos en mis gustos- a los suburbios

A mantener el pelo corto o amarrado y cubierto con una cofia o un gorro

A usar la ropa abrochada

A no poder portar anillos, relojes, ni pulseras

A producir y justificar

Y vivir exclusivamente del trabajo

De la repetición continuada y monótona que conduce a la perfección

A los autos que se persiguen

Vistos desde un balcón

(Porque todo lo que es algo, siempre es alguien)

A toallas y macetas

A la intersección

(Complicada y profusa)

De tallos, flores y hojas

Frescas, flexibles, húmedas, blandas, vivas

O rígidas, secas, duras, muertas

O abiertas, cerradas y a medio abrir

(Como puertas y ventanas)

Al ruido del mar y el silencio de la laguna

O al revés, el silencio del mar y el ruido de la laguna

Ahora, ya mayor

En mi casa

Frente a la pared

(Que por el exterior da a la calle

Y por el interior, a la pieza)

Sin negar el metro setenta de Sonia

(Que duerme)

La fuerza expresiva de su cuerpo

La monumentalidad frente al detalle de sus dedos

La simetría aparente e imposible

Su personalidad y su carácter

Su pasado y su futuro

Concentrados en el momento en que la he sorprendido

Como objeto y significado

Por lo que hace y lo que es

Y dónde está.

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La Boda

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Mi padre

O un indio de la selva apuntando con una flecha

Mi madre

O una de las modelos francesas que, por su profesión, de nada le sirve ser estupenda, si no exhibe con seguridad, aplomo y confianza todo lo bueno que hay en ella

Mi padre

O un ejecutivo japonés

Mi madre

O una de las africanas que pone de manifiesto su rango y clase por las distintas formas de cubrirse y adornarse la cabeza y a través de los diferentes símbolos que aparecen pintados en su cuerpo.

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EL CIRCO

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Con un ritmo trepidante

Entre velocidad y suavidad

Me vuelvo

Camino en dirección al auto

Y, como si de un viaje en el tiempo se tratase

En difícil equilibrio

Por un instante

No tengo responsabilidades

Tampoco estoy solo

Hay mucha gente

Que está bien

Que en ese instante es feliz

Así, si durante la noche en un espacio abierto

La nieve, un árbol seco y unos pájaros

Me ponen triste

Es por su inutilidad.




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** Luis Cociña (Concepción, 1959); sus escritos han sido publicados en diversas revistas (Amén, Araucaria, La Bicicleta, Mar con Soroche, etc.) y ha sido antologado por Soledad Bianchi en Viajes de ida y vuelta.


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