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por andrés ajens
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a andrea araos, de chiripa - en paris
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Si yo estoy muerto, de entrada, si la muerte, la experiencia sin experiencia de la muerte (la expresión, del desastre, picante, en Blanchot) me antecede y precede a cada yo por venir, a cada establecimiento de un ego o primera persona singular, segunda muerte, si la hay, se da, uy cuándo, cuando la relación de vida, la impagable, yo conmigo mismo, bio-grafía, se interrumpe mismamente, se disuelve subsumida, fagocitada por lo mismo en mí mismo. Yo, cómo no, es otro – otro que mí mismo; cuando dejo de serlo, cuando la “realidad” habrá asimilado a la “dicha” (promesa, imposible, etc.), estoy doblemente muerto. Y el ego dúplice corre entonces desbocado entre fraseo y fraseo como esos cuerpos decapitados en El otro duelo (Borges). ¿Suscitarme otra vez, dice usted? ¿Resuscitarme – quién, de nuevo?
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apuesto mi cabeza
a que nadie se ríe como yo
cuando los filisteos lo torturan.
N. P., Sermones y Prédicas del Cristo de Elqui (1977).
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nadie puede decir este es mi padre
este señor es mi progenitor
N. P., Nuevos Sermones y Prédicas (1979).
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En camino, franco desplazamiento: si de Neruda a Parra una ruptura verdadera, verdadera ruptura porque ruptura como lucha en torno al origen, al nombre, de la palabra, cumplido su otro decir que la poesía de Neruda, la poesía de Parra, en su lucha al interior de ella misma (Patricio Marchant, Nadie en la poesía chilena [1984]), ¿termina, se extermina? Nadie lo habrá dicho, nadie tal vez lo diría: terminé conmigo mismo, con El Cristo. A más abundamiento, comillas: ¿con El Cristo de Elqui, Parra ganó o perdió su apuesta final con la poesía, con la realidad? ¿Es difícil decidirlo? El poeta capaz de escribir El hombre imaginario pudo escribir también sus poco efectivos [sic] Chistes para desorientar a la policía (la poesía). Por una parte. Por otra (misma), en camino: cuestión de realismo, si una llamada de la realidad, entonces, cambio, retroceso: El Cristo de Elqui. En colusión, colisión: en su lucha al interior de sí misma, consigo misma, la poesía de Parra habrá terminado por encontrarse. Ya no con Neruda (el padre, o sea, también, el hijo), tal movimiento (auto)persecutorio bien aprendido en Neruda mismo (N. P. x P. N.). Sino. Consigo misma. Nadie habrá exterminado a la poesía como a sus antifaces, artefactos, sermones y antipoesías. Nadie (nadie). ¿Qué entender? (Gelobt seist du, Niemand. / Dir zulieb wollen / wir blühn. / Dir / entgegen?). Reitero: ¿qué entender? Tras el extérmino, con ése u otro nombre sin nombre, ¿nomás mascarada, ironía? ¿Nomás acomodo, pacto paródico con la “realidad” (traumática), la prepotencia del “referente” – desaparecidos?
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De la ironía hay biobibliografía varia. Su inflación romántica. Moderna. Post y aun pre (socrática). Su comercio con el saber (absoluto). Su duelo. Su gayo re-sentimiento. Su filoso filo. Mientras más profundo su corte, más profundo su engarce, su lucha, su deuda, su sistema. ¿Parra/Neruda? ¿Qué hubiera dicho la poesía en Neruda de la cosa sin cosa, de la (cosa) desaparecida? Allende la ironía como la parodia, de cierto. Pero, ¿más allá y más acá de la oposición endeudada, negativa – que no por nada comparte estructura con la por ventura más afirmativa ironía? Aquende la fenomenalidad de la cosa, su imposible presentación a secas, la cosa (la poesía, la realidad antes de la escisión entre realidad y fantasía) desaparecida (se) sustrae a la parodia artefactual como a la ironía antipoética y aun a la contradicción o negatividad, en su muerte, más viva. De antemano. No habrá tenido que esperar la aparición de la desaparición, de la poesía como de la antipoesía, sermones y artefactos & cia. Tan visible como invisible, su extérmino – avant la lettre sustraída.
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Otra vez, pregunta en camino,
Nadie en la poesía chilena: ¿Quién?, ¿quién sino la sutileza destructora, la intransigencia – ¿cómo despedida? – de
Nadie fue necesaria para escribir, quién sino
Nadie puede entender [de cabo a rabo] los
Sermones y Prédicas del Cristo de Elqui? ¿Difícil decidirlo en el trance – en el paso indecidible?
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Paso y traspaso. ¿Pues cómo no traducir el entrevisto Psalm de Paul Celan (die Nichts-, die / Niemandsrose)? ¿Poesía chilena? ¿Ni contradicción ni ironía?
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Resumiendo la cosa [...]
y las nubes se ve que no son nubes
y los ríos se ve que no son ríos
y las rocas se ve que no son rocas.
Nicanor Parra (1977).
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Ante La segunda muerte de Nicanor Parra – ni lo uno ni lo otro sin más, muy menos la tercera es la ven[c]ida. Antes, si yo estoy muerto, de entrada, muerto para la vida sin muerte, para la muerte sin vida, lo que otros habrán llamado en nosotros tal vez poesía (nada que hacer) y no mera sobrevida (obra) otro nombre fuera, otro comarca para un término en ex-término, absuelta, aguayo, de yapa también, la vida.
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La última palabra. La dicha. La última carta – en el descarte [1996] – de Rimbaud: Archirrepetición: archiartefactum archiparisino, sino (“la araña de Europa la más traicionera”, V. Parra, Décimas), cuya arkhê, en su imposible posibilidad, atraviesa y amojona el in/transitable paso entre original y copia (e idioma y traducción “propia”): archibarajada epistolar: archiartefactum. Cf. N. Parra, “¡Cuántas veces voy a repetir lo mismo!” (“saquen las arañas del techo”), in La camisa de fuerza (1969) [...]
La última palabra. Otra vez. La penúltima. En camino, franca, en marchant, comillas: La última palabra de su poesía, no está, obviamente, aún dicha. Pero, en todo caso, ¿se puede o no afirmar, respecto a la economía de su poesía, que Nadie escapó a su tráfico? (P. M., Nadie en la poesía...). Sí (se puede, y por demás la cosa está dicha), no – nadie no escapó, no se sustrajo a su tráfico: nadie se ríe como yo, nadie puede decir este es mi padre, Neruda o quién sea. Que esta no sustracción se inscriba o no en una in/cierta (onto)teología negativa que de antemano habrá co-marcado la retumbante compresión nihilista (amismante) por estos horrorosos pagos y días, como, senza andare più lontano, en Zurita (el libro por venir de R. Z., si hay tal, quien habrá adelantado decisión, con todo, en Anteparaíso, 1982) es cosa, la dicha, aun indecisa. En cuanto a la sustracción, en suma, tras Die Niemandsrose (1963), entre otras, abiertamente inscrita: Atemwende (Tornaliento), P. C. (1967); hay traslucine extremo en castellano por Felipe Bosso (Madrid, 1983), de nota.
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también ahí: nadie guarda la última palabra, tejedora
también ahora: ven, te encamino hasta las voces
del (otro) Extremo
Conmemoración de inciertas fechas y otro poema (1992).
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(yapa en paya)
dicha i/lectora
9 de 7 allá, 11 de 10 aquí,
no entienden, lee un estudio reciente,
lo que leen (escriben
subrayan, comarcan, tajan: si mundo
fuera libro, a prender
y comprender – llegar y llevar –: inmundo
fuera mundo); resiente
estudio lector con todo
su tecnoarrogante (estudio y estúpido
comparten savía y raíz) olvido,
el cuerpo de la cosa
que no es ninguna cosa
como el cuerpo (de la letra, por caso)
nomás cuerpo no fuera. si falta eso, [ilegible] en camino,
y cada vez, de gracia, falta,
nada (todo) es legible, ilegible;
lo cual, claro, no quiere decir
et cætera.
Rosal, 18 de diciembre, 2007.